La llegada a occidente de la milenaria corriente fermentadora asiática trae muchas sorpresas bajo la manga. No sólo abarca los alimentos fermentados, beneficiosos para los microorganismos que viven en nuestro interior, sino que va mucho más allá.
La piel forma parte del sistema tegumentario, ocupa una gran superficie que recubre externamente nuestro cuerpo. Su función es vital: es la primera barrera de defensa. Nos protege de la deshidratación, de los rayos ultravioletas, de potenciales patógenos, del daño mecánico, etc. Entre sus funciones controla la temperatura corporal, juega un rol fundamental en la síntesis de vitamina D y en la excreción de desechos metabólicos.
El cuidado de la piel es algo que, por razones culturales, ha sido principalmente un tema de interés para las mujeres, aunque hoy en día interesa también a los hombres. Fue en las tumbas del antiguo Egipto donde inicialmente se encontraron evidencias del uso de productos cosméticos, mientras que en las cortes de Corea las emperatrices utilizaron las primeras fórmulas anti-envejecimiento a base de ingredientes naturales.
Más recientemente, la historia cuenta que en Japón, durante los años 70, científicos de una fábrica de sake (bebida espirituosa de arroz fermentado) notaron que los trabajadores más viejos tenían las manos extraordinariamente suaves y juveniles en comparación con sus rostros. Ellos encontraron que era debido al contacto permanente de las manos con el arroz durante el proceso de fermentación.
Luego de investigar el tema y testear alrededor de 350 levaduras distintas, aislaron la fórmula esencial que fue registrada como pitera. Sus creadores afirmaron que la singularidad de este bioingrediente radica en los compuestos orgánicos altamente nutritivos, incluyendo vitaminas, ácidos orgánicos, minerales y aminoácidos. De este modo, brinda a las células de la piel todos los componentes necesarios para nutrirse, regenerarse y repararse.
La fermentación, por medio de la acción enzimática natural, transforma moléculas grandes que son poco absorbibles por la piel, en moléculas más pequeñas y de rápida absorción. Los ingredientes que tradicionalmente se fermentan por medio de las bacterias y levaduras son el ginseng rojo, el té (Camellia sinensis) y el arroz, aunque cada vez hay más plantas, hierbas y frutas que se utilizan dadas sus propiedades. De estos se obtienen altas concentraciones de aminoácidos, antioxidantes y anti-inflamatorios que son agregados a los cosméticos.
Fermentar un ingrediente incrementa su efectividad, por lo tanto un producto cosmético enriquecido con fermentados es potencialmente más eficiente. Otra ventaja de utilizar la fermentación en cosmética es que favorece que la piel sea colonizada por microorganismos benéficos, desplazando a los nocivos.
Podría decirse que en los últimos 40 años, se produjo un gran aprovechamiento de ese descubrimiento que había sido casual, sobre todo en Japón y Corea. Hoy en día la vanguardia tecnológica aplicada a la cosmética está en Asia, y el uso de la fermentación pasó a jugar un rol fundamental. La competencia por desarrollar cosméticos que brinden resultados positivos, y acordes a todos los bolsillos y necesidades, hace que muchas empresas mejoren sus fórmulas hasta dos veces al año para no quedarse atrás.
Comparativamente hablando, la tecnología cosmética en Europa y América está bastante más atrasada, porque a una marca le lleva desde 1 a 2 años poder mejorar la fórmula de un producto determinado. Además, el consumo, la oferta y la competencia es mucho menor. Sin embargo, las grandes marcas del mundo occidental, en lugar de ignorar esa tecnología fermentadora, se están volcando a imitarla, ofreciendo productos que todavía no alcanzan los estándares asiáticos en términos de efectividad, y que tienen un precio hasta 3 veces más alto.
Los cosméticos que contienen componentes fermentados se clasifican en dos grandes grupos: cuidado de la piel y maquillaje. Para el cuidado de la piel hay algunos productos muy interesantes como los essences y las máscaras faciales.
El essence es el corazón de la rutina del cuidado de la piel, y consiste en una solución acuosa que contiene un 80-95% de líquido fermentado por microorganismos (Saccharomycopsis, Galactomyces, Lactobacillus, etc). Es un concentrado de vitaminas, aminoácidos y minerales que hidrata y equilibra el pH de la piel, controlan la secreción de sebo y promueven el recambio celular. Este fue el primer cosmético que se desarrolló como fruto de las investigaciones hechas en la fábrica de sake.
Por otro lado, las máscaras faciales pueden ser de distintos materiales y vienen embebidas en un suero que le da sus propiedades (hidratación, humectación, etc.), y a veces la misma máscara también está fermentada.
Para testear los beneficios de esta tecnología, decidimos probar algunos productos que contengan componentes fermentados. Junto con una colega médica con entrenamiento en medicina estética que actualmente se encuentra en Asia, estamos seleccionando productos de distintas marcas para evaluar los efectos del uso frecuente que cada uno produce sobre la piel del rostro.
Es importante mencionar que muchos productos fermentados tienen un pH bajo dado por los ácidos orgánicos que se producen naturalmente durante la fermentación, por eso es recomendable acompañar su uso con el de una pantalla solar.
La demanda de ingredientes fermentados está creciendo tanto en Europa y en América, y es sólo una cuestión de tiempo hasta que se vuelva una tendencia cosmética. Sin embargo, hay que ser cauteloso, porque la fermentación se está convirtiendo también en una estrategia comercial, y en consecuencia, es probable que incluso pueda dársele un mal uso. Utilizar la fermentación de modo incorrecto podría promover el crecimiento de bacterias no deseadas, generando consecuencias negativas para la piel. De todos modos, dándole un uso apropiado como lo vienen haciendo los asiáticos, los beneficios parecen ser muy prometedores.
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María Jimena Ricatti
Médica, Universidad de Buenos Aires, Argentina.
Doctora en Neurociencia, Universidad de Buenos Aires, Argentina.
Directora de Sensorytrip, Italia.