Cuando escuchamos la palabra “multisensorial” hay muchas ideas que podemos asociar con ese adjetivo. Sin embargo, no se trata de ninguna disciplina pseudocientífica o rama de la ciencia que estudie otros planos de percepción de la realidad.
Se trata de neurociencia, la ciencia que estudia el sistema nervioso en todas sus formas y matices, y que también abarca sub-áreas dedicadas precisamente a investigar la percepción sensorial: el gusto, olfato, tacto, oído y la vista.
Una nueva perspectiva sensorial
La historia es así, por muchos años los científicos consideraron que la percepción sensorial era un conjunto de 5 sentidos funcionando en un modo casi independiente entre sí. Por ejemplo, si cada sentido fuese un instrumento musical, podría decirse que antes sólo se estudiaba cada “instrumento” por separado. Sin embargo, en los últimos años este concepto se fue ampliando y actualmente sabemos que esa información sensorial proveniente de cada sentido, en cierta forma se integra o asocia con los otros.
Este nuevo punto de vista dio lugar a que varios investigadores se dedicaran a estudiar los 5 sentidos desde una nueva perspectiva, el enfoque multisensorial. Desde este enfoque los sentidos son estudiados en su conjunto, como una orquesta donde cada uno forma parte de un todo.
Somos lo que percibimos
El cerebro establece sus conexiones neuronales en función de los estímulos sensoriales que recibe. Tan importantes son esos estímulos que, por ejemplo, en ciertas etapas críticas del desarrollo de la visión, la falta de estímulos luminosos en la retina puede producir ceguera.
Todo lo que experimentamos cuando somos niños y a medida que vamos creciendo, es lo que determina la base de la función sensorial de cada persona. Es información que el cerebro integra para construir la percepción de la realidad, es decir, somos lo que percibimos.
Ahora bien, volviendo al enfoque multisensorial: ¿Qué pasaría si pudiéramos re-educar al cerebro para percibir la realidad desde la perspectiva multisensorial?
Digamos que el cerebro almacena mucha información de cada experiencia que vivimos. De cada alimento que probamos guarda sus características: color, forma, textura, temperatura, sonido que produce al morderlo y masticarlo, etc. No sólo las almacena separadamente, sino que también las asocia entre sí, como puede ser el caso del sonido asociado a una textura en particular.
Degustando sonidos
Hubo un famoso experimento publicado en el 2004 que demostró que el sabor de la comida podía percibirse de manera distinta, como más o menos agradable, dependiendo del sonido que se escuchaba durante la masticación. Si estamos comiendo algo crocante, esperamos un sonido congruente, porque en la biblioteca de nuestro cerebro es esa la asociación que tenemos almacenada. Ahora, si el sonido no es lo que se esperaba, eso produce un efecto directo en la percepción del gusto a nivel cerebral. En otras palabras, el gusto es una percepción creada por nuestro cerebro, como resultado de la integración de sensaciones provenientes de la boca y del oído en este caso.
De la misma forma que el gusto y el oído se interconectan, todos los sentidos se influencian entre sí. Sin ir más lejos, estamos permanentemente condicionados por la apariencia de la comida, y de hecho muchas veces juzgamos si nos gusta o no simplemente por el aspecto visual.
El contra-ataque multisensorial
A lo largo de la vida entrenamos al cerebro con la información que recibe permanentemente del entorno. La mala noticia es que durante muchos años, nuestros sentidos fueron y siguen siendo moldeados por medio de lo que la publicidad induce a consumir o por otras estrategias sensoriales, como puede ser el mismo packaging de los productos que la industria alimentaria ofrece. Consumimos un concepto de experiencia sensorial, y entrenamos al cerebro en base a lo que compramos. Así es como lentamente nos olvidamos de las características sensoriales del alimento verdadero, reemplazando esa información por otros atributos artificiales.
La buena noticia es que hay algo por lo que el cerebro humano se luce, su plasticidad: la capacidad que tiene de cambiar y adaptarse a su entorno durante la vida. Eso depende 100% de los estímulos que reciba, si lentamente vamos dejando de lado ciertos estímulos, esas conexiones neuronales se debilitan. Por el contrario, si agregamos repetidamente nuevos estímulos, esas conexiones neuronales se fortalecen.
Es en este punto donde el entrenamiento multisensorial juega un rol fundamental, es una forma de contra-ataque a lo que la publicidad masiva y el marketing imponen. Desde sensorytrip nuestra idea es promover, a través de distintas estrategias audiovisuales, que las personas puedan volver a re-descubrir la experiencia sensorial del alimento verdadero, con todas sus características inigualables, la materia prima ideal para nutrir multisensorialmente al cerebro.
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Fotos y Texto: Copyright © 2018 Maria Jimena Ricatti
María Jimena Ricatti
Médica, Universidad de Buenos Aires, Argentina.
Doctora en Neurociencia, Universidad de Buenos Aires, Argentina.
Directora de Sensorytrip, Italia.